Carillas de composite

Existen numerosos problemas dentales que afectan, consecuentemente, a nuestra estética. E incluso a nuestra autoestima, ya que la sonrisa es un elemento que afecta de manera vital en nuestro atractivo. Éstos van desde la malposición de las piezas (espacios entre dientes, inclinaciones…) hasta la variación de la forma de las mismas (dientes afilados, demasiados bajos, etc.), pasando por la pérdida del color natural de la dentadura. Las carillas de composite –también llamadas resinas compuestas– se emplean para solucionar estas contrariedades cuando otras técnicas, como el blanqueamiento, no pueden hacerlo, o cuando resultan urgentes. El resultado: la conversión de una sonrisa dañada en otra muy diferente que no le dará vergüenza mostrar.

Las carillas de composite son finas láminas – de 0,3 a 1 mm. de grosor – de un material sintético, derivado de la resina y utilizado también para realizar empastes. Suelen aplicarse en la zona frontal de las piezas dentales del grupo anterior, es decir, incisivos – centrales y laterales – y caninos.

La unión de las carillas de composite a las piezas dentales se lleva a cabo con un fuerte adhesivo especial. La resistencia de éste es tal que no se separará a menos que la carilla se rompa, algo que no es habitual.

Antes de poder someterse a un tratamiento estético, como son las carillas de composite, es necesario que su salud bucal sea buena; esto es, deben solucionarse los posibles problemas existentes del tipo caries. Evidentemente, cualquier especialista al que acuda le someterá a una revisión previa para asegurarse de que estos inconvenientes son inexistentes y que es posible la colocación de las carillas. De este modo, tanto su salud como su estética bucal serán perfectas.